La vida en el sector del voluntariado

TRUCKSTOP

Además de como conductor profesional, Maximilian Brauer colabora también con la THW, una organización de ayuda técnica ante catástrofes.

Las catástrofes no suelen anunciarse. Simplemente, ocurren. Llegan sin avisar. Igual
de rápido, Maximilian Brauer tiene que alternar algunos días su trabajo real en la empresa Union Bauzentrum Hornbach con un encargo para la THW.

Llegan sin avisar. Es uno de los cerca de 80 000 voluntarios que, junto con unos 1800 empleados propios contratados a tiempo completo, trabajan para la THW, la organización de protección civil y de catástrofes de la República Federal Alemana perteneciente a la cartera del Ministerio Federal de Interior y Asuntos Internos. «El mundo de las sirenas azules lleva acompañándome toda la vida. Mi padre ya me llevaba a la guardia de rescate DRK en la década de 1980», cuenta Maximilian explicando cómo surgió su vinculación con las actividades voluntarias de rescate. «Después de dar algunos rodeos, me incorporé a la THW en 2001, primero como joven ayudante y después de finalizar el examen de formación básica en 2004, al grupo de rescate de la THW de Germersheim». La unidad de Maximilian es una de las 668 asociaciones locales que colaboran desde 1950 en toda Alemania en la THW fundada por Otto Lummitzsch en Bonn.

«Hacer algo significativo por los demás».

Así describe Maximilian, de Rülzheim, su principal motivación para participar en intervenciones con el equipo de rescate. Además, no hay cabida para el aburrimiento dada la amplia variedad de intervenciones que realiza la THW. El equipo de intervención de Germersheim, por ejemplo, tiene su propio grupo especializado en riesgos hídricos. 

Los vehículos disponibles para los equipos de intervención son tan variados como las tareas: entre ellos se encuentran el MAN TGM 18.290 4×4 88 con carrocería de Freytag, que lleva asistiendo a la unidad de Maximilian Brauer desde 2020. «El salto entre el voluntariado y la profesión no siempre es fácil. Cuando estoy en la carretera haciendo entregas de suministros para obras, no puedo dejar el MAN TGS de mi empresa Union Bauzentrum Hornbach parado como si nada y conducir hasta la THW», dice Maximilian. Es más fácil cuando está en el patio de la empresa o cuando se encuentra disfrutando de su tiempo libre. «Sin embargo, mi jefe no me suele poner pegas cuando se trata de acudir a una intervención, y también tengo la posibilidad de hacerlo con mucha frecuencia». Además, lo positivo es que trabaja a tan solo 500 metros de su organización local, es decir, a veces tarda menos de dos minutos en llegar al servicio. Los ayudantes voluntarios reciben las alertas a través de receptores digitales o «bipers», que se llevan en el cinturón o en el bolsillo del pantalón y se dejan al alcance de la mano en la mesilla de noche. En intervenciones menos urgentes, la comunicación también se puede realizar por teléfono. En caso de intervenciones durante el horario de trabajo, los trabajadores de la THW están libres y reciben el pago de su salario.

Además del reconocimiento de la población, por ejemplo, en intervenciones como la del valle del Ahr o en los terremotos de Turquía, y las amistades que a menudo surgen de la colaboración con otras organizaciones benéficas, muchas acciones de rescate dejan recuerdos e imágenes grabados a fuego en la mente. «Hay muchas intervenciones que marcan», afirma Maximilian. «Entre los compañeros, a menudo hablamos de intervenciones pasadas, nos recordamos experiencias positivas y negativas de ciertas épocas». En este contexto, las intervenciones con lesiones personales permanecen en la memoria de forma especialmente significativa. «Por desgracia, esos recuerdos también se graban en la memoria», cuenta este hombre de 36 años. Pasa menos, pero también pasa. Todas las intervenciones comienzan con la alarma del personal de rescate, que se dirige entonces a la sede local de la THW para cambiarse, cargar los vehículos según sea necesario y conducir hasta el lugar de la intervención. Al llegar, el jefe de grupo se comunica con la dirección de la intervención y espera a recibir la orden de intervención. Este se la comunica al equipo y distribuye a sus miembros según su cualificación, como conductores de carretillas elevadoras, soldadores u operarios de equipos de protección respiratoria.

Después de eso, todo el mundo se pone manos a la obra. En función del alcance de la situación, la intervención puede completarse rápidamente o, como en el caso de las inundaciones en el valle del Ahr, pueden durar varios meses. A Maximilian, que siempre está encantado de ayudar, no le importa: siempre está listo para la siguiente misión. Llegan sin avisar.